Es un gran peso que lleva guardado, algo que a sus veinte y ocho años nunca lo ha comentado con nadie, ni siquiera con su mejor amiga que ha estado en todo momento con ella y se pregunta si en verdad es necesario a esta altura de su vida contar su mayor secreto, quizás para ella ocultarlo por casi veinte años no ha sido tanto y cree poder seguir guardándoselo unos veinte años más y así sucesivamente para el resto de su vida total ya tiene una familia formada con su esposo y sus tres hijos, pero aún así no se siente feliz completamente y cree que nunca lo hará. Recuerda con rabia y pena la peor etapa de su vida que fue su infancia cuando un día estaba jugando en el patio de su casa con sus hermanos y ese asqueroso hombre la llama a jugar a “Conocer su Cuerpo” así le llamo al juego que marco su vida para siempre, con el cual nunca ha dejado de sentirse sucia y vacía, él le decía que no le tenía que contar a su mamá ni a sus hermanos porque era un secreto y ella con su inocencia le creía todo a su padrastro. Poco a poco su personalidad fue cambiando, ya no se veía una niña feliz que siempre fue sino al contrario su ojos demostraban llevar una gran pena a su corta edad, se convirtió en una niña introvertida, callada, tímida que le gustaba estar sola y que podía pasar horas con su mente blanco. Tomo el hábito de lavar su cuerpo muchas veces al día, sobretodo sus genitales y partes intimas que ese hombre le tocaba. Le tenía mucho miedo y odiaba cuando llegaba el momento de que el ya llamara y la encerrara en su dormitorio para comenzar el juego una y otra vez que para ella era una tortura. Mira a su alrededor y siente que jamás se podrá sacar esa espina que lleva en su corazón.
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